Asier Moreno Vizuete, autor de “Hija de La Frontera”, es un escritor español que ha irrumpido en la industria de forma reciente, pero con mucho peso: fue galardonado en 2023 ni más ni menos que con el Premio Minotauro, uno de los más importantes certámenes literarios de fantasía y ciencia ficción. Antes ya había presentado su novela “Para que el mundo sea de los lobos”. Además, cuenta con varias obras escritas, muchas esperando a ser publicadas.
Nacido en Gurutzeta y criado en Bilbao, País Vasco, España, Asier comenta: “Es todo un cliché que los artistas vengan de infancias cuando menos turbias, pero yo tuve suerte: mi madre se cortaría los brazos sin dudarlo por mí, y mi padre, el friki (o nerd) perfecto, me llenó la cabeza de pájaros y de historias aun cuando apenas sabía hablar”.
Con nueve años, habiendo leído “El Señor de los Anillos” y que “en un agujero vivía un hobbit”, soñó con dedicarse a contar historias.
“Crecí rodeado de héroes y heroínas, y no solo los de los libros: cómics, películas, series, videojuegos…”, comienza. “Cualquier excusa era buena para dejar volar la imaginación”.

“Luego vino la escuela y el patio de colegio, luego descubrí que el mundo no era tan bueno como me lo habían pintado, no de tan negros y tan blancos, que era mucho más complicado; y me refugié más si cabe en esas historias. Pero, aun así, aun siendo un bicho raro, mi padre siempre me apoyó en mis chaladuras y mi madre siempre me ofreció unos brazos donde caer; tuve suerte. Todavía la tengo”.
Describiendo su adolescencia como complicada, tal vez “por tener la cabeza llena de pájaros”, Moreno Vizuete cuenta que, aunque por fuera regalaba las mejores sonrisas y aun siendo el payaso de la clase era querido por los profesores, se sentía un “un bicho raro, un extraterrestre”. No solo eso: también repitió en la secundaria y se rindió en el bachiller. Pero convertirse en un fracaso escolar venía de la mano con haber descubierto que “lo establecido” no era para él…
“Lo mío eran más bien las calles, y vestido con una chupa de cuero me pasaba los días leyendo en parques, bebiendo y fumándome el tiempo, luchando por ser auténtico en un mundo que no sentía justo ni bueno. La adolescencia me la pasé siendo un punki y un romántico, soñando con Bécquer y Espronceda, pero también con los Eskorbuto y los Pink Floyd (otro regalo de mi padre); una mezcla rara y extraña pero llena de ganas de luchar, de cambiarlo todo… Supongo que, en el fondo, sigo siendo esa mezcla rara”, reflexiona el escritor ibérico.
Asier Moreno Vizuete, muy seguro de sí mismo, no presume carrera universitaria alguna. A los veinte años dejó el trabajo que tenía y, al puro estilo H.D. Thoreau, decidió subir a los montes “para sorberle todo el meollo a la vida”.
Al respecto, detalla: “Allí, en ecoaldeas del prepirineo navarro y oscense, pasé siete largos y bonitos años y también conocí a las mejores personas que creo conoceré jamás: bichos raros como yo, personas que jugaban (que todavía juegan) a ser auténticas. La idea era la siguiente: si no podemos cambiar el mundo, creemos uno nuevo; y así lo hicimos, así lo intentamos”.
Arriba, entre peñas y encinas, entre cabras y asambleas, aprendió que ser humano es más complicado de lo que parece; que eso de convivir, de compartir, es cosa de héroes y de heroínas, “pero no de los de capa y espada, sino de los de carne y de piel”.
“Allí, cuando todo estaba cubierto de nieve, aprendí del silencio, del de dentro y del de fuera. Allí aprendí, creo, a vivir; sigo aprendiendo. Y luego llegó el momento de bajar. Luego recordé que cuando tenía nueve años soñé con dedicarme a eso de las historias. Y aquí estoy”.
Cómo inició su carrera de escritor, tiene que ver con dicho proceso. Según él, todo comenzó cuando bajó de los montes. Sin carrera ni beneficio, se dedicó a lo que mejor sabía: “el campo y los bichos”. Y si bien ser peón agrícola y pastor no era un trabajo muy remunerado, le permitía ese contacto directo con la naturaleza que siempre ha amado. “Con algo tenía que ganarme el pan”, agrega Asier quien, al regresar a su hogar, abría el ordenador para escribir historias.
“Al principio escribía de lo que sabía: de los montes, de soñar, de cambiar el mundo”, dice. “Quería hablar de la enfermedad que creo se va comiendo poco a poco el mundo, de todas esas veces que nos miramos al espejo y no nos gusta una mierda lo que vemos reflejado… En este mundo globalizado, en esta pequeña parte afortunada del mundo en el que ya no tenemos que preocuparnos por sobrevivir, la enfermedad mental se convierte en monstruo, y, a la estela de autores como Tom Spanbauer o Chuck Palahniuk, yo quería hablar sobre el dolor”.
“Pero, una vez más, recordé que tenía ciertas deudas pendientes con esos héroes y heroínas de los que mi padre me habló hace tiempo y que tanto me ayudaron en los tiempos difíciles. Así que decidí que quería inventar mundos y paisajes, volver a la fantasía y a la ciencia ficción… Luego, de partidas de rol y de tantos pájaros en la cabeza, nacieron los desiertos de Después de Aquello”.
Este premiado autor describe su comodidad a la hora de escribir novela como un arte que se cuece a fuego lento. También lo compara con un trabajo de arqueólogo o picapedrero en el que se intuye la forma definitiva, “pero en el que se tiene tiempo de sobra para sacarla a cachos, sin prisa, con la constancia del día a día y la suerte de poder equivocarte para luego levantarte otra vez; para rasgar, trocear, trabajar lo necesario hasta encontrar el oro”.
“Con los cuentos o los relatos es distinto, pues el oro tiene que estar desde el principio y, si bien he escrito unos cuantos, lo considero una tarea para los mejores”, finiquita.
El año 2020 fue la época cuando, en su opinión, empezó a dar sus primeros y “torpes” pasos como escritor. Pese a ello, ahí surgió “Para que el mundo sea de lobos”, su novela debut bajo el seudónimo Adur Raita. Más tarde, en 2023, llegó el momento de la consagración de Asier Moreno Vizuete con “Hija de La Frontera”, el libro que le valió el primer puesto del XVIII Premio Minotauro.
“Cuando decidí que quería dedicarme a la literatura de género”, recuerda, “busqué en internet cuál era la editorial de lengua hispana que más repercusión tenía en el momento y, una y otra vez, la Editorial Minotauro hacía aparición. Y no solo era eso: Minotauro publicaba a Tolkien en España, de Minotauro era esa edición antigua que me leí de ‘El Señor de los Anillos’; así que la suerte estaba echada, tenía que ser con Minotauro y su premio era la mejor forma de conseguirlo”.
Con novelas ya escritas, pero excedidas de páginas, Moreno Vizuete se propuso iniciar una que encajara con los parámetros del mencionado certamen internacional. Y así lo hizo: “Novela Para Minotauro” fue el primer nombre del archivo en su computadora que terminó convirtiéndolo en ganador…
“En cuanto a la clave del éxito, en cuanto a por qué ganó o por qué el jurado fue unánime: no tengo ni idea, la verdad. Confianza, supongo. Seguir intentándolo, siempre. Si tuviera la clave de verdad, supongo que ya me habrían traducido a varios idiomas”, dice entre risas.
Considerada a medio camino entre “Mad Max” y “Dune”, comparada con producciones de Joe Abercrombie, Frank Herbert y Andrzej Sapkowski e influenciada también por la literatura de Tom Spanbauer, Stephen King y Patrick Rothfuss, “Hija de La Frontera” es una novela cuyo autor no gusta de etiquetas. Según él, prefiere que “sea el tiempo quien decida”.
Tal obra es la historia de Ilda, La Astilla. Una ingeniosa e interesante trama sobre una mujer que decidirá atravesar el desierto y también la guerra para enfrentarse a unos fantasmas que se había jurado dejar atrás. “Hija de La Frontera”es una historia sobre la familia, es la historia de un padre y de su hija, de una maestra y de su alumna. La de una Rompebotas que, a lo largo de su viaje, se encontrará más de una vez en una encrucijada en la que no siempre tendrá claro cuál es el camino correcto a elegir…
“Y es que de eso va, sobre todo, ‘Hija de La Frontera’: de encrucijadas y de fantasmas, de ese viaje del héroe que todos y todas tenemos que hacer a lo largo de nuestra vida, de ese viaje al pasado y también hacia dentro. Porque creo que todos podemos ser héroes o heroínas de nuestro pequeño rincón del mundo, o monstruos según las decisiones que tomemos”.
Con base en lo anterior, y consultado acerca de la protagonista, alguien que escapa de lo “convencional” y de la figura típica de un “héroe”, el galardonado escritor español reflexiona:
“Creo que es por eso que merece la pena acompañar a Ilda en su viaje, creo que ese es el mensaje: ponernos un espejo delante. Creo que la palabra ‘antihéroe’ solo es una manera de hablar de héroes o de heroínas de carne y hueso, de sacarlos de la fantasía, de ese caballero de brillante armadura que cabalga espada en mano para enfrentarse al dragón”.
Este libro ya publicado por Minotauro, según informa el sello editorial, pertenece al “grimdark”: un subgénero literario y estético que se caracteriza por presentar un mundo sombrío, despiadado y de moral ambigua. Pero para Asier esta oscura y sangrienta fantasía es más una de piel y de carne, una “más humana”. “Una manera de alejarla de los libros de caballerías, de los blancos y de los negros para acercarla a los grises, a lo cotidiano”.
“No elijo el grimdark”, explica, “para deleitarme en la violencia, ni tampoco lo oscuro o lo apocalíptico, sino para todo lo contrario: para encontrar, en la oscuridad, en lo difícil, las ganas de seguir viviendo por aquello que creemos correcto”.
“Es fácil ser buena persona cuando lo tenemos todo, pero es en la carencia cuando tenemos la oportunidad de tomar el camino correcto aun cuando no es el camino más fácil. Si elijo un mundo posapocalíptico para contar mi historia es porque, a pesar de mi nihilismo, creo que en el fondo hay esperanza hasta en el desierto… Por un rato, al menos”.
No obstante, Moreno Vizuete insiste en que le cuesta etiquetarse dentro un estilo o género, puesto que piensa que las etiquetas simplifican demasiado las cosas y él prefiere jugar a creer que su estilo es solo eso: su estilo.
“Dicho esto, y como ya he comentado antes: empecé escribiendo algo parecido a la ‘escritura peligrosa’de Tom Spanbauer, pero creo que poco a poco me fui acercando más a lo que llaman grimdark… Creo. Dejémosles a los lectores y al tiempo la tarea de etiquetarme”.
Como devorador de todo tipo de historias, muchas son sus influencias. Marcado por los libros de Tom Spanbauer, a quien elegiría como su único maestro, también menciona a Stephen King, Chuck Palahniuk, Joe Abercrombie, José Saramago, Neil Druckmann y Hideo Kojima. Incluso nombra como referentes a grandes y particulares directores como Hayao Miyazaki y Quentin Tarantino…
En tiempos de la inmediatez, del ritmo y de la prisa, escribir para las nuevas generaciones de lectores puede ser todo un desafío. Y respecto de ello, siempre entre risas, Asier confiesa: “Mi editora suele regañarme y asustarse por la extensión de mis obras”. Pero si algo puede decir es: “Escribo como sé, como puedo. Solo queda esperar que guste a mis lectores y lectoras”.
En cuanto al premio, remarca que se siente afortunado debido a la oportunidad que ello significa, y es que ver su historia al lado de gigantes en las librerías significa trabajar para un gran grupo editorial como lo es Planeta. No obstante, dormirse en los laureles no es algo que piense, pues el camino es largo: “Eso les diría a aquellos y aquellas que quieran dedicarse a escribir, que necesitarán una determinación inquebrantable. Les diría que escriban, sí, que nunca dejen de escribir y de leer, pero sobre todo les diría que no es fácil”, advierte.
“No basta con ganar un premio internacional, no basta con ver tu libro al lado de gigantes. Tendrán que enfrentarse al síndrome del impostor, a la nada, a críticas no tan buenas. Tendrán que apretar los dientes y, aun así, sentirán que no sirve para nada. Tendrán que seguir escribiendo, tendrán que creer que sirve para algo seguir escribiendo… A aquellos y aquellas que quieran dedicarse a escribir les diría que se pongan a escribir. Que nunca dejen de escribir”.
Con fe en que todos podemos ser únicos si nos atrevemos a serlo y que todos tenemos una historia que contar (“o traducir”), Asier cree que allí radica el significado de ser escritor: traducir lo que pescamos de otro mundo.
“No soy más ‘único’ que el resto de los escritores; yo tengo mi historia, los demás tienen la suya. Eso ya es bastante único”.
Al hablar de su rutina, este novel, pero ya importante escritor, hace gala de su disciplina de trabajo. Tal como dice, es todo lo metódico que le permite ser su día a día, pues no siempre puede disfrutar de una jornada completa para escribir. “Cuando tengo la suerte de tenerlo”, explica, “me pongo delante del ordenador después de hacer algo de deporte y escribo unas dos mil palabras (no dejo que sean muchas más y por supuesto no dejo que sean menos) y luego por la tarde les echo un vistazo”.
“Cuando no tengo tanta suerte, escribo siempre que encuentro un hueco, a poder ser todos los días, pero no siempre puede ser; la meta sigue siendo la misma: arrancarle dos mil palabras a la página en blanco. Y luego todo lo demás, claro. Luego tener la historia siempre en mente, garabatear cuadernos y grabarme en el móvil cada idea, hacer esquemas y mapas, levantarme de la cama para seguir apuntando, esa tarea de titanes que es corregir, que es borrar todos los párrafos que sean posibles, cortar, despiezar, picar… Mi rutina es tener mi historia siempre en mente. Y constancia. Mucha constancia y aguante. Como correr una maratón”, finaliza.
Lo cierto es que Asier no escribe más de tres o cuatro horas al día, aunque, para el último tirón, lo hace en un día entero. No come; fuma, se bebe unas tres botellas de agua y tal vez hasta algún whisky (algo que, como jura, apenas realiza un par de ocasiones al año). “Y cuando termino, me duele la cabeza y la tripa”, añade.
“Cuando termino, muchas veces, lo hago llorando. Pero esta sensación es una de las sensaciones por las que merece la pena dedicarse a escribir: despedirse de los personajes, darles las gracias y pedirles perdón… Vaya si merece la pena”, concluye la reflexión con alivio.
También es digno destacar que, este escritor ibérico, amén de todo ese trabajo, pasión y disciplina, antes de ser galardonado en 2023 con el Premio Internacional de Fantasía y Ciencia Ficción Minotauro por su novela “Hija de La Frontera”, en 2019 ya había ganado con su relato “El Hombre Volador” un Premio AGIFES de Periodismo y Salud Mental.
“¿Que si se puede vivir como escritor? Pues la verdad es que no tengo ni idea. Por lo que me dicen, es muy difícil, o más que difícil incluso, pero ese es ahora mi objetivo”, contesta riendo. “Al parecer, en este país (desconozco si sucede lo mismo en otros lugares) o eres de ese uno por ciento que todo el mundo conoce o (hablando bien y pronto) lo tienes jodido; eso es al menos lo que me cuentan”.
“Pero bueno, también me decían que era difícil (o casi imposible) ganar el Premio Minotauro para un escritor novel… Y ya veis. Como ya he dicho, hay que seguir intentándolo, apretar los dientes”.
Mientras tanto, Asier festeja la fortuna de poder ganar dinero y colaborar con Viñedos Hontza, un proyecto de la zona que produce vinos ecológicos y naturales: “Todavía tengo las manos sucias de tierra… Con gusto, la mayoría de las veces”.
Para nuestra suerte, los planes de Moreno Vizuete consisten en seguir escribiendo (novelas, cuentos, guiones o “lo que sea”) y, como destaca, “seguir intentándolo”. A la vez, aprovechando la ventaja que le da Planeta de estar en todas partes, afirma que su libro puede conseguirse en todas las librerías de España, que pronto “cruzará el charco” y que Amazon la ofrece en versión física y digital. Claro, de momento, solo en castellano…
Por otra parte, el escritor español asegura con humildad más tarde que, dar consejos, no es lo suyo, como sí contar experiencias, muchas de las cuales siempre han sido con un libro en mano. Sobre esto, dice:
“Creo que me hicieron más grande el mundo y también más complicado, creo que sin los libros pensaría menos y peor. Creo que los libros me han dado libertad. Y amigos. Muchos amigos”.
Por último, como ejemplo, nos comparte:
“Cuando buscas ‘Premio Minotauro’ en internet, son muchas las malas lenguas que dicen que está amañado, tantas que hasta acabé creyéndomelo a ratos. Pero yo no soy nadie y nadie me conocía, ni siquiera tenía redes sociales”.
“Yo, como ya he dicho, no tengo carrera ni beneficio, y me dedicaba a la tierra cuando me dieron la noticia de este premio. Así que no dejéis de intentarlo: mandad vuestras novelas, pues lo único que me he encontrado son personas maravillosas y amantes de las historias. Seguid intentándolo, haceros ese favor”.
Asier, con su inmutable sonrisa, simpatía y amabilidad característica, se confiesa nuevo en el mundo digital, pero promete, por lo pronto en sus cuentas de Instagram y Facebook (si es que no lo encuentran personalmente), hacer cuanto esté en sus manos por contestar a sus lectores.
Y, como dicen en los desiertos de su novela, se despide rezando: “Solo espero que el polvo os sea dulce, frais”. Robert Chevalier
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Para más de Asier Moreno Vizuete y su libro, acceda a su ficha de Planeta de Libros.
Robert Chevalier es un escritor argentino, nacido en La Banda en 1995.
Es autor de narrativa, principalmente de novelas infantojuveniles de suspenso, fantasía y ciencia ficción.
También es estudiante de ingeniería y genealogista. Escribe desde niño, pero comenzó su carrera en su adolescencia y ya cuenta con varias obras publicadas e inéditas. Desde 2014, cosechó numerosas distinciones y logros como la Declaración de Interés Cultural de su primer libro y su posterior participación en la Feria del Libro de Francia Salon du Livre de Paris.
Desde 2015, varios de sus libros se convirtieron en material de estudio de escuelas, donde son trabajadas por niños y adolescentes.
En el año 2016 trabajó en Minnesota, Estados Unidos.
Desde 2018, participó en concursos nacionales e internacionales y resultó ganador de premios y seleccionado para integrar antologías de relatos de España y Argentina. En 2019 fue nombrado como uno de los “jóvenes modelo a seguir de la sociedad”.
En 2022 fue reconocido por sus 10 años de trayectoria literaria.

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